Nosotras presumimos de lo fuertes que somos, de que nunca nos harán daño o de que él está loco por nosotras; resumiendo, que controlamos la situación.
Y la realidad es, aunque sea triste, que todas, sin excepción, cuando le vemos aparecer perdemos la razón, la fuerza, las bragas.
Ahí está entonces el problema.
 
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